miércoles, 21 de octubre de 2009

Mi Mesita





Piedra plana, esférica y no tan pulida, grafiada en ella una hoja, agrietada. Sostenida en tres barrotes de hierro simples que comparten caudalmente de hierro un anillo. Colocar allí decidí: Una lámpara, antes negra, hoy como la ven, tierna; contaba con una palestra de apenas tres colores: rojo, verde y blanco arena! pinceladas por aquí, pinceladas por allá y ahí está, iluminando mis noches.
La casita de porcelana del bosque, acogedora aún sin poseer nada dentro, paradójicamente su misión es iluminar también, pues debiera tener en su interior una velita, para que a través de sus ventanales destellos de luz evoque. Mis tortugas de barro, Hiroshima y Nagasaki, nombradas así por aquellas ciudades japonesas bombardeadas atómicamente el 6 y 9 agosto del 1945. El resto son piedras pequeñas, irregulares, más que sin pulir casi en bruto, tomadas a orillas del mar con colores no más.

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